martes, 24 de mayo de 2011

El umbral de la obediencia o La felicidad de las mujeres

Muchas han sido las formas en las que el libertinaje nos ha sido explicado a través de la Historia, pero si tuviéramos que resumirlas todas en una podríamos decir que —o al menos así nos lo han hecho entender—, el libertinaje es la falta de respeto por parte de uno o varios individuos a seguir una serie de leyes morales y éticas establecidas por una sociedad. Pero ¿con qué fin?

Pietro Aretino, celebridad italiana adorada por los lectores del siglo XVI, escribió Ragionamenti, novela dialogada en la que se reflexiona sobre los tres únicos estados a los que la mujer de la época podía aspirar: estar casada, meterse a monja o hacerse puta.

Un siglo más tarde, en París, un hombre llamado Michel Millot es detenido y acusado de la autoría de un libro “contrario a las buenas costumbres”: L’École des filles ou la Philosophie des dames, que se inspira en la obra del célebre italiano del XVI para seguir hablando del perverso concepto de la educación femenina y de la necesaria libertad sexual y espiritual de las mujeres. La condena a la que se vio expuesto fue la muerte en la horca junto a la quema en la hoguera de todos los ejemplares del libro.

La escuela de la desobediencia, al igual que lo hiciera su autor con L´École des filles, bebe de ésta última y de su antecesora Ragionamenti, para, siglos más tarde, en su adaptación dramática, seguir reflexionando sobre la evolución del ideario moral femenino; la categoría humana de aquellos que parecen seguir siendo los encargados de nuestra educación; las enseñanzas que se profieren a las chicas para que cumplan con la función social que les corresponde; y el derecho de la mujer a expresar, defender y satisfacer su deseo sexual por encima de la familia, el matrimonio, la religión y hasta el propio Estado, para llegar a la pregunta: ¿es probable que la educación femenina no sea sino una trampa más diseñada, junto a otras muchas, para frenar el propio derecho y la libertad de las mujeres a gozar plenamente de su sexualidad sin tener que rendir cuentas a nadie?

¿Dónde se encuentra el umbral de la obediencia?, y ¿por qué aún a día de hoy siguen existiendo tan pocas personas que nos enseñen a desconfiar de lo que nos enseñan?

Paco Bezerra

jueves, 19 de mayo de 2011

Presentación


Andrea Dodorico, amigo y maestro me sugirió leer a Pietro Aretino, escritor e intelectual renacentista conocido por sus escritos licenciosos que fue capaz de escribir los famosos Sonetti lussuriosi (Sonetos lujuriosos) y al mismo tiempo escritos moralizantes.

Leyendo a Pietro Aretino descubrí la Escuela de doncellas o la filosofía de las damas una joya del barroco francés repudiada y olvidada, a la que gracias a que algunos ejemplares huyeron a Holanda y se salvaron de la hoguera hoy podemos presentar a Susanne y Fanchon las protagonistas de la escuela de la desobediencia.

En la Francia del siglo XVII nace el salón literario, donde se reunían aquellas maravillosas Preciosas, conversaban, filosofaban y sentaron las bases de los movimientos culturales más importantes del siglo XVII.

El montaje de La escuela de la desobediencia invita a imaginar un salón literario, ese espacio íntimo donde la mujer podía desarrollar su gran potencial.

Para mi es emocionante pensar que Susanne y Fanchon van a ser encarnadas para mostrar que la mujer ha sentido, siente y sentirá placer sexual con la misma intensidad que el hombre. Que tiene el derecho a tener una educación al respecto, las jóvenes eran educadas en la ignorancia y por lo tanto su infelicidad estaba garantizada.

Nuestras protagonistas defiende lo contario, desobedecen y por lo tanto son más libres.

Susanne nos cuenta que el ímpetu de la naturaleza no entiende de normas escritas por ninguna mano de hombre. Buscan breves espacios de libertad a través de la piel.

En intimidad ellas se presentan libres, divertidas, preciosas, sabias, inocentes, filósofas, idealistas, inteligentes, transgresoras. Sostienen un vocabulario sin ambages, un ideario contundente sin resquicio alguno al discurso de la doble moral, la ven, la señalan y se aprovechan de ella. Ahí radica su grandeza.

Este proyecto nace con emoción de saldo de alguna deuda, la emoción de poder contribuir humildemente a colocar durante hora y media el placer de la mujer en el mismo lugar que el hombre pone el suyo. En el misma alta repisa.

A las mujeres de mi vida va dedicada.

Mi punto de partida es un intenso trabajo de interpretación de actrices, la belleza y el juego. Un espacio escénico basado en una gran alfombra roja que inunde todo el escenario. Un vestuario deslumbrante y una música que nos evocara a la mujer eterna, llena de vida.

A la previsible pregunta de cual creo que puede ser la sensación que le quede al espectador después de asistir a la representación de La escuela de la desobediencia, mi contestación sería y será que mi único deseo es que el publico regrese rápidamente a sus hogares a hacer el amor, porque Susanne y Fanchon vienen a enseñarnos que el placer carnal solo puede servir para ayudarnos a confiar más en el más grande sentimiento que puede sentir un ser humano, el amor por el otro.

LUIS LUQUE